VICENTE LEÓN Y ARGÜELLES

SU ORIGEN, VIDA PÚBLICA Y LEGADO.

Alejandro Fabara Torres
15 min readMar 10, 2020

Vicente León y Argüelles nace en el Asiento de Latacunga el mes de enero de 1773. Es bautizado en la parroquia La Matriz, según el acta que se encuentra en el Libro de «Partidas Bautismales», correspondiente a los años de 1764–1776.

Casi destruida dice así:

«Joseph. — El 17 de Enero de 1773 bauticé según orden de la Her. e y de la Madre Iglesia a Joseph Vicente. Expósito a las puertas de don Joseph León y doña Josepha Mercado. Fue su padrino el doctor don Vicente de Zamora. — Gabriel Proaño de los Ríos. Prior.»[1]

Oleo de Vicente León que descansa en las instalaciones de la Institución que lleva su nombre en Latacunga.

Existe hasta la actualidad cierta polémica sobre el verdadero origen del filántropo latacungueño. Pero un documento de valor incontrovertible y de alto significación histórica es el que presentará el joven latacungueño ante la Universidad de Santo Tomas de Aquino. «Dn. Vicente León vecino de Tacunga… digo: Que, habiendo sido cristianamente educado, por Dn. Josef León, vecino del mismo Asiento, a cuyas puertas fui expuesto». Y continua: «Que la calidad de hijo expósito, que es notoria y podré justificar, si se conceptúa necesario…»[2].

El pobre muchacho, años más tarde, habiendo logrado toda clase de éxitos por cuenta propia, reconoció a sus benefactores como padres legítimos. En solemne y última ocasión — al dictar su testamento — recordará con la suprema unción del agradecimiento a Don Josef y Doña María, declarándolos padres verdaderos. Los hijos tienen pleno derecho a este reconocimiento.

Según la partida bautismal, la autentica declaración de ser un niño abandonado y su última voluntad de reconocer a sus benefactores como padres, podremos decir que el origen de Vicente León tiene más luces que oscuros.

DE LA ESCUELA AL COLEGIO

Los primeros años de infancia goza de afecto acogedor y tierno, entre la cordura y la distinción hogareña. No disfruta de todas las comodidades posibles. Así, de forma franca y sencilla declarará Vicente León sobre sus posibilidades:

«… a pesar de mi orfandad y suma pobreza en que he vivido, y aún vivo, sin más apoyos que el de la providencia. Pues no ignoran ustedes que soy huérfano, solo y tan pobre, que apenas me alcanzo a subvenir con mucha moderación mis urgentes y forzosas necesidades».

El niño Vicente León conoce las primeras letras en una de las escuelas de Latacunga, de las pocas que se habían establecido ya en el siglo XVII dirigidas y sostenidas por las Comunidades Religiosas, además de la ayuda de generosos benefactores latacungueños de la época. Más tarde, por su precocidad intelectiva fue enviado a Quito para que se educara en el célebre Real Colegio de San Fernando.

En el San Fernando estudia seis años: tres de Artes y Humanidades y tres de Filosofía, sin llegar a graduarse de Bachiller, no por falta de talento, sino por la difícil situación económica. Según declara el ilustre latacungueño no podía vestir la Beca — distintivo que identificaba a los colegiales que gozan de una beca de estudio — , ni lo que se exigía para la presentación uniforme de los estudiantes. Cuántos sacrificios debieron hacer sus padres adoptivos para sostenerlo en el Colegio. Cada año tenían que abonar ochenta pesos. Tras concluir el trienio de Filosofía, sin poder pasar a Facultad Mayor, regresa con mucho dolor por sus estudios insatisfechos a su tierra para dedicarse a magisterio.

EN EL MAGISTERIO

Es 1971 y el joven latacungueño, desgraciadamente sin recibirse de Bachiller en Filosofía retorna y resuelve dedicarse a la enseñanza, escogiendo la disciplina de su predilección: Gramática Latina. No podemos olvidar que además de ser un profundo humanista, fue un talento práctico en el cultivo de las ciencias. Según Celiano Monge, fue profesor primeramente en Latacunga y luego pasó a Pujilí. «Don Cayetano Montenegro y Ríos, tenía el honroso antecedente de haber regentado la misma Cátedra en Latacunga, mediante auto expedido por el presidente Villalengua y autorizado por Dn. Juan Azcaray. Antes había hecho lo propio el Dr. Vicente León en el aula creada por la filantropía de doña María Sayas con el principal vinculado en el obraje de Tiobamba»[3].

Era el año de 1796 y cierto día llega a su conocimiento que en las puertas de la Universidad Santo Tomás de Aquino se ha fijado el edicto convocando a concurso para dictar la Cátedra de Latinidad de Menores que se había declarado vacante. Vicente León dirige al Rector de la Universidad una respetuosa comunicación, solicitando se le tome en cuenta como candidato a dicha Cátedra. El 2 de julio es admitido para el concurso en el que participará con distinguidos maestros e ilustrados de ese tiempo como, para entonces ya conocido brillante joven, José Mejía del Valle Lequerica y Cayetano Montenegro, maestro de trayectoria y prestigio entre los latacungueños. Su solicitud representa un documento de significación histórica por relatar un pedazo real y objetivo de su vida. Pese a que la Cátedra fue otorgada a José Mejía del Valle Lequerica, el Regente del Real Colegio San Fernando, otro latacungueño reconocido, Fr. Joan Alván — quien interviniera como examinador en el concurso — no quiso perder la oportunidad de aprovechar los servicios de Vicente León para que dictase Gramática Latina en el Colegio de su regencia.

Ya siendo profesor en el Colegio San Fernando, dirige una carta del Rector de la Universidad Santo Tomás de Aquino.

«Siendo mi intención seguir la carrera de Leyes, necesito implorar la piedad de Usted para que con la caridad que acostumbra se digne conferirme el grado de Bachiller, para poder dar principio a la carrera que pretendo y ofreciéndome yo sujetarme al examen de Filosofía, cuyo curso estudié completamente en el sobredicho Colegio, de lo que daré certificación cuando Usted mandare. No ignora Usted la notoria pobreza en que me hallo constituido, por tanto, pido rendidamente se me confiera de gratis el referido grado, y no será esta la primera, porque Usted siempre a usado de liberalidad con los pobres.»[4]

Pocos días después, habiendo tenido respuesta favorable del Rector y habiendo rendido el examen respectivo, le tenemos de flamante bachiller en Filosofía y luego rendía exámenes previos al grado de Maestro en Artes.

«Nació hijo de este pueblo y murió haciéndese padre de él» reza la placa del monumento en el parque central de Latacunga que lleva su nombre.

EN LA UNIVERSIDAD

«Ya contando con su grado de Bachiller en Filosofía, Vicente León estudia en la Universidad Santo Tomás de Aquino casi al terminarse el siglo XVIII, en una atmósfera de innovaciones educativas. Los resultados que obtuviera en las diferentes pruebas universitarias precisan la distinción del alumno por sus dotes intelectuales y la gran faena constructora de su personalidad contraída y estudiosa. Nada menos que todas fueron plenamente aprobadas.»[5]

Transcurren cuatro años para rendir el grado de Bachiller en Leyes y Cánones, desde noviembre de 1796 hasta el 31 de marzo de 1800. Después de rendir los cinco exámenes, la Cuestión Pública y la Tentativa de Bachiller en los Derechos de Leyes y de Cánones, Vicente León tenía que realizar la práctica forense para optar por el título de Abogado. Según el Estatuto Universitario los bachilleres debían asistir a la Asamblea de Práctica, dirigida por el Dr. Juan José Boniche. El latacungueño no solamente asiste a dicha Asamblea de Práctica, sino que, una vez apreciado por el Dr. Boniche, va a trabajar en su Estudio, uno de los más acreditados al finalizar la Colonia. Concluida la práctica forense, el Dr. Boniche extiende magnifico certificado a Vicente León acerca de su capacidad, puntual asistencia, iniciativas y comportamiento en general.

Una vez más, la vida académica de Vicente León tiene que sortear un obstáculo. El Estatuto Universitario en su Constitución 149 restringía los grados en esta forma: «Que aunque puedan asistir a la Universidad sin exclusión de clases, pero en atención a los inconvenientes que expresa la Ley Ocho y otras del Título Siete, Libro Primero de la Recopilación de Castilla, no se confieren Grados en Teología y Leyes, sino a sujetos de legitimidad y nacimiento, limpio de mala raza, mecanismo o nota de infamia… solo se les de certificación de su aprobación en los exámenes para que puedan pasar a otra facultad.» En algunas aristas de la vida de Vicente León y de José Mejía Lequerica pueden encontrarse un honroso y feliz paralelo. Ambos estudiantes talentosos y distinguidos. Elementos decididos por el cultivo del humanismo, pobres pero dignos y honorables. Mejía al ser hijo producto de un adulterio y León por ser hijo expósito no pudieron concluir sus estudios en la Universidad Santo Tomás de Aquino y conseguir el grado de Doctor en Leyes. Anécdota de por si contradictoria para nuestro tiempo, ya que dos de los más importantes colegios del país son guiados por sus valores y principios, el Mejía en Quito y el Vicente León en Latacunga.

VIAJE A PERÚ

Vicente León, nuevamente, debe buscar su propio camino, situación que lo lleva a abandonar Ecuador para afincarse en Lima, la Virreynal ciudad del XIX. Una vez en esta ciudad gestiona el incorporarse de Abogado en los Altos Tribunales de Justicia, ya que no lo hiciera en la Real Audiencia de Quito por lo antes mencionado. Luego de varios pedidos a la Universidad Santo Tomás de Aquino y muchos inconvenientes para remitir los documentos necesarios a Lima, su apoderado en Ecuador el Dr. Fabián Puyol envía las credenciales para ser presentadas en la Universidad de la Ciudad de los Reyes en Perú. Habiéndose Doctorado empieza a destacar entre los jurisconsultos de la época llegando a ser distinguido por el gobierno peruano ocupando honrosos y sobresalientes cargos. La verticalidad de sus actos, imparcialidad y tino en sus actuaciones le conducen a ocupar los más altos cargos en las Cortes de Justicia.

LA VIDA PÚBLICA

«Es honor para Latacunga y Ecuador que fuera Vicente León el legitimo organizador de la Corte Superior de Justicia del Cusco en calidad de su primer Presidente. La historia peruana al hablar de sus Cortes de Justicia recuerda siempre a esta gran figura latacungueña, como orientadora y directora de la naciente jurisprudencia del Perú Republicano.»[6]

Simón Bolívar que diera nueva organización a los Tribunales de Justicia en el Perú, se refería de la siguiente manera a la planificación judicial en su mensaje dirigido al Congreso Constituyente reunido en Lima:

«Los Tribunales se han restablecido de un modo que no puede dejar de producir a los ciudadanos las más lisonjeras esperanzas de orden y de justicia. Yo no he exigido más que probidad de los candidatos; he desatendido a los pretendientes, he solicitado la virtud oculta para elevarla al magisterio. Mi constante principio en esta parte ha sido el muy conocido, aunque desandado, el no emplear sino a los que temen la responsabilidad; a los que huyen de los destinos públicos. Por lo menos ha sido esta mi intención porque me he conceptuado responsable ante la República, si despreciaba la oportunidad única que se ofrecía para reorganizar el Estado sobre la probidad y los talentos de sus más distinguidos ciudadanos, sin atender a otra consideración y aún desechando el clamor de los agraviados.»

Con esta elocuente declaración, el primero de septiembre de 1825, Bolívar designa a Vicente León como Ministro y Presidente de la Corte Superior del Cusco.

FORMACIÓN DE LA FORTUNA

Vicente León en el Perú no dilapidó ni la fortuna, no el trabajo. Fue hombre de austeridad y de cálculo, de medida y de ritmo. El prestigioso jurídico desde que llegará a Perú empezó a formar poco a poco su inicial fortuna, gracias al trabajo y al estudio. En 1825 le tenemos ya actuando de presidente en la Corte cusqueña, con el sueldo anual de 3.000 pesos y 2.500 después. Para aquella época en la que el costo de vida era insignificante, el sueldo representaba una ventaja. De ahí que al correr de poco tiempo formase una regular fortuna. El capital que iba formando lo pone al servicio de la industria y el comercio peruanos, especialmente en Lima, contribuyendo a que muchos personajes del sector mejoraran notablemente en plena crisis económica de aquella República. El latacungueño guardaba en su interior una personalidad sufrida por la pobreza que marcó su vida en los primeros años, por lo que cumpliendo con una consigna personal se encomienda al empuje sociológico ayudando a la industria, comercio y a sus amigos en especial. Luego de su muerte y gracias a la labor y constancia de Don Tomás Ortiz de Zevallos, quien logró reunir el pago de todos los préstamos pendientes y de los valores adeudados por el Perú a Vicente León por sueldos, su fortuna ascendió a más de 118.358 pesos, suficiente valor para considerarla como fortuna de grandes proyecciones.

LA MUERTE

Su enfermedad se agravó en los últimos días. El 27 de febrero de 1839 muy por la mañana Vicente León hace llamar muy por la mañana a su habitación a los doctores Francisco Garate, Pedro José Montes, Franco Zúniga, Pablo Becerra, Procurador, y Dn. Juan Clemente Jordán, Escribano Nacional, para dictar su suprema y última voluntad. No puede concluir el testamento por los dolores de la enfermedad, así a la mañana siguiente vuelve a reanudarse el testamento, finalizando en una pieza valiosísima para la cultura e historia de Latacunga y el Ecuador. El 28 de febrero de 1839 fallece Vicente León, siendo Presidente de la Corte de Justicia del Cusco.

La partida de defunción contenida en el Libro de Partidas del año 1831 a 1844, en la página 87, dice:

«En dos días del mes de marzo de mil ochocientos treinta y nueve, yo el infrascrito Cura Rector José Voleta, di orden para que se practiquen las exequias del finado Señor Vocal Doctor Vicente León, en la Iglesia del Convento de la Reelección Franciscana de esta ciudad.»

EL TESTAMENTO

El testamento consta de ocho cláusulas originalísimas, cuyo contenido habla desde el nacimiento de Vicente León, padres e hijos, hasta la designación de albaceas en Lima y en el Cusco, con indicación de pequeñas cantidades de dinero que tiene en su poder y en el de algunos vecinos de Arequipa, Lima y Cusco, pero sin hacer referencia alguna a la suma total de fortuna que legaba a Latacunga, para establecer en esa Villa, lugar de su nacimiento, «un colegio de educación». Ofrece su fortuna a su querida Latacunga, después de que el Ecuador le prestara apoyo solamente para sus estudios. Arregla a sus tres hijos dejándoles cierta cantidad de pesos para que se orienten en la vida. Recomienda al Dn. Tomás Ortiz de Zevallos cumpla esta sagrada obligación, velando por ellos cuando se encuentren en dominio absoluto del corazón y del cerebro. Para don Josef León y doña María Argüelles y Mercado tiene expresiones de honorable reconocimiento al nombrarlos sus padres legítimos. La imperial ciudad el Cusco le sirvió de mortaja y de tumba. En el templo del Convento de la Reelección Franciscana se cantó la ceremonia ritual, con pompa y severa solemnidad. Era el Sr. Presidente de la Corte de Justicia el que iba a ser enterrado. Así se cerró el ciclo de una ejemplar vida: sola y lejos, férrea y grave, levantándose de la calle a la inmortalidad.

«Octava.- […] Constituyo en el remanente de mis bienes por heredero universal mío a mi Patria Tacunga, Ciudad o Villa, para que se instituya en ella una Colegio de educación compuesto por la Cátedras siguientes: Tres de las leguas, Latina, Francesa e Inglesa; una de Matemáticas, otra de Química, otra de Física Moderna, otra de Náutica, y otra de Medicina, asignando para cada una de ellas la dotación de cuatrocientos pesos, al Rector que podrá ser lego, o Eclesiástico, según sus mejores aptitudes, le señalo quinientos pesos, y doscientos cincuenta al Vicerrector, que también podrá ser lego, o Eclesiástico, según sus mejores aptitudes. Estas dotaciones se extienden a la cantidad de tres mil novecientos cincuenta pesos, cuyo feudo queda adicto y vinculado en mis bienes…»

SU LEGADO

Próximo a cumplirse seis meses del fallecimiento de Vicente León, el Ministro del interior y Relaciones Exteriores del Ecuador, Dn. Francisco Marcos, recibe una comunicación procedente de Lima, de 12 de agosto de 1839, en enviara Tomás Ortiz de Zevallos, como principal albacea del Latacungueño. Hace conocer al Gobierno que inmediatamente después de la muerte, el Dr. José Mujica, albacea para los asuntos del Cusco, dirigió a la autoridad de Latacunga una comunicación, adjuntando un testimonio del testamento del filántropo. El legado de Vicente León para su natal Latacunga pasó por ciertas vicisitudes, ya que el Gobierno del General Juan José Flores vio en los dineros destinados por el latacungueño una salvación para la crisis económica del Ecuador en sus primeros años de vida al separarse de la Gran Colombia.

EL COLEGIO SAN VICENTE DE LATACUNGA

El 23 de octubre de 1840, el Ministro del Interior Francisco Marcos, se dirige al Gobernador de la Provincia de Pichincha, a fin de que ordene al Corregidor de Latacunga Dr. Antonio Mata, la búsqueda del local donde debe funcionar el Colegio próximo a fundarse en dicha Villa. En esta forma, el 7 de mayo de 1840, el gobierno de Flores, en reconocimiento del valer de Vicente León y para dar cumplimiento a sus expresa voluntad de fundar un establecimiento en la Villa de su nacimiento, crea el Colegio de San Vicente de Latacunga, pero no tiene vida efectiva sino desde el 24 de mayo de 1842.

Se organizan las cátedras de Jurisprudencia, Teología y Medicina; además de asignaturas propias de Colegios Secundarios: Gramática Latina y Castellana, Filosofía, Humanidades, Agricultura, Ciencias Físico-Naturales, Lengua inglesa y francesa. El Colegio fue propulsor de la educación secundaria en el país, tanto así que en sus años de esplendor su prestigio sobrepasó los límites nacionales y se convirtió en el centro de estudios obligatorio de los estudiantes más pudientes de la República y la región.

Ahí tenemos como alumnos a Juan Montalvo, Antonio Flores Jijón, Polibio Chávez, Ignacio de Veintimilla, Luis Felipe Borja. Y profesores de la talla de Simón Rodríguez, maestro de Simón Bolívar y Carlos Cassola, como innovadores de la didáctica científica.

MISIÓN AL CUSCO

Por muchos años había sido un anhelo repatriar los restos mortales del Doctor Vicente León y Argüelles a su tierra natal, aunque sea de forma simbólica. Es así como el H. Consejo Directivo del Colegio Nacional «Vicente León» en 1973 bajo la rectoría del Dr. Trajano Naranjo Jácome, empezaron las gestiones para cumplir con el deseo histórico del pueblo latacungueño.

Así el miércoles 8 de agosto de 1973, arribó a la ciudad imperial del Cusco la Comisión cultural formada por el Dr. Trajano Naranjo Jácome y Gonzalo Albán Rumazo, Rector y Vicerrector del Colegio Vicente León; y, el Lcdo. Oswaldo Rivera Villavicencio, subdirector de la Casa de la Cultura Ecuatoriana núcleo de Cotopaxi, también profesor del establecimiento.

Gonzalo Albán, Trajano Naranjo y Oswaldo Villavicencio

El primer saludo protocolario fue entregado al Sr. Jesús Lambarry Bracesco, alcalde interino en funciones al momento de la llegada de la Comisión. En su intervención, el rector del Colegio Vicente León expresó lo siguiente: «Debo decir, señor Alcalde, que es lógico suponer que habiendo transcurrido tantos años, probablemente, ya no existan los restos mortales del señor Doctor Vicente León; y partiendo de esta base, la Comisión no tiene otro encargo que retirar de forma simbólica, las veneradas cenizas del doctor León. No nos vamos a preocupar de localizar esos restos, porque entendemos eso es punto menos que imposible. Solamente, un simbolismo y nada más».

Urna que contiene las cenizas del Dr. Vicente León y Argüelles, detrás un retrato con su indumentaria de magistrado.

La siguiente parada de la Comisión fue una visita al señor Presidente de la Excma. Corte Superior de Justicia del Cusco. El Dr. Hugo Álvarez Fernández, quien ostentaba referida dignidad al momento de la visita supo indicar la existencia de innumerables fallos judiciales que reposan en el archivo de la Corte, suscritos por el destacado jurista latacungueño, los cuales se encuentran a las órdenes de los hombres de estudio.

El Archivo histórico de la Universidad Nacional «San Antonio de Abad» del Cusco fue la siguiente visita de la Comisión ecuatoriana. En ese histórico archivo, nunca visitado por ningún compatriota interesado en conocer la vida pública del Dr. León, fue posible leer al Acta de Constitución de la Corte Superior del Cusco, de la cual Vicente León y Argüelles fue su primer Presidente.

Gonzalo Albán y Trajano Naranjo en el Archivo histórico de la Universidad Nacional «San Antonio de Abad».

La última parada de la Comisión Cultura latacungueña fue el Cementerio del Cusco, constituida en la Cripta Colonial, refugio de tan solo los Próceres y de los Hombres Públicos, en medio de la respetuosa admiración de los presentes y en un ambiente de verdadera solemnidad, el Sr. Dr. Humberto Muñiz Polo, Alcalde titular de la ciudad imperial del Cusco, recogió en su manos la urna llevada desde Latacunga y deposita las veneradas cenizas del Sr. Dr. Vicente León y Argüelles, las cuales según los resuelto por el H. Consejo Directivo del Colegio Vicente León, serán llevadas de regreso a su natal Latacunga para su eterno culto y descanso en las instalaciones de la Institución. Finalmente, el Dr. Muñiz Polo, Alcalde del Cusco expresa a la delegación ecuatoriana el siguiente pedido: «Lleven, pues, estas cenizas para ejemplo y veneración de las juventudes futuras, de los hombres que guiarán los destinos de nuestra patria en el mañana».

Gonzalo Albán recibe las cenizas del Dr. Vicente León y Argüelles.

[1] Esta partida de bautismo la publica C. Samuel Poveda, en EL COMERCIO de Quito, de 24 de Mayo de 1942.

[2] Solicitud de Vicente León al Claustro Universitario, de 1796. Archivo de la Secretaría de la Universidad Central del Ecuador, Quito.

[3] Celiano Monge. Relieves. Quito, 1936.

[4] Archivo de la Secretaría de la Universidad Central del Ecuador. 1 de octubre de 1796, Quito.

[5] Neptalí Zúñiga. Vicente León. Primer Premio Biográfico Nacional promovido por el Primer Centenario de la Fundación del Colegio de San Vicente de Latacunga. 1943.

[6] Zúniga. Obra cit. pp. 172.

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Alejandro Fabara Torres

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